sábado, 21 de enero de 2017

Desarrollo del imperialismo

INTRODUCCIÓN Y DESARROLLO AL IMPERIALISMO DEL S.XIX


En la segunda mitad  del siglo XIX, con un sistema económico potente afianzado en el capitalismo gracias al éxito de la Revolución Industrial y con un mapa político nuevo reordenado y estructurado conforme a las necesidades del momento, Europa aparece diseñada como el foco hegemónico del mundo. Las nuevas necesidades económicas y las ambiciones políticas empujarán a los estados a dar un salto fuera de los límites continentales lanzándose a la conquista del mundo. Surge así un nuevo fenómeno, el imperialismo en el que estas naciones intentarán dominar y controlar un imperio mundial bajo la bandera de la modernidad y el control económico.


Los cuatro países más destacados y de los que vamos a hablar de este período fueron Inglaterra, Alemania, Francia y España.  Es la superación de la etapa librecambista, es decir que es el capitalismo monopólico. La diferencia con la etapa anterior es que no se exportan mercancías sino capitales, y que la clase dominante resulta de una fusión del capital industrial con el bancario: el capital financiero. Los capitalistas imperialistas exportan capital a los países semicoloniales donde obtienen ganancias mucho mayores que en sus países de origen debido a la diferencia de desarrollo (clases obreras menos organizadas, legislación deficiente, clases dominantes locales más venales, menos capital instalado). Esas ganancias son repatriadas, y con ellas logran 'sobornar' a las capas más altas de sus propias clases obreras para que no se solidaricen con sus pares de los países periféricos. 
Las metrópolis imperialistas ahogan y dominan las economías de los países "subdesarrollados" ya que estos últimos sólo pueden mantenerse mediante continuas inyecciones de capital, lo que les condiciona la capacidad de tomar decisiones políticas propias. 

A finales del s.XIX las potencias mundiales se estaban terminando de repartir el mercado mundial donde cada una tenía su nicho. Estados Unidos tenía sus mercados en América, con la excepción de Argentina, siempre fiel a Gran Bretaña (hasta la década de 1950). Francia y Alemania se disputaban Rusia. Casi todas las potencias europeas se disputaban el África, aunque con menor interés en su mercado interno. Francia y Gran Bretaña se repartieron Asia. 















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